martes, 12 de abril de 2011

Ramón Pérez de Ayala


• Nació el 9 de agosto de 1880 en Oviedo y murió el 5 de agosto de 1962 en Madrid.

• Perdió a su madre en su infancia. Estudió derecho en Oviedo bajo la
protección de Leopoldo Alas, "Clarín".

“Una imagen común que tenemos de Don Ramón Pérez de Ayala nos lo distingue como hombre de especial y elevada cultura, interesado por muy diversos campos del conocimiento humano, por la sociología, la política, la pedagogía o el teatro, entre otros muchos dominios de la ciencia humanística; gran conocedor del mundo clásico greco-latino, del que fue un certero divulgador; exquisito analista literario; viajero incansable que reflejó por escrito impresiones de mucha valía, escritor especialmente dotado para el análisis artístico y recurrente estudioso de las artes plásticas; ferviente y continuo articulista taurino.

• Comparte ideas radicales con su amigo Azorín, al que sirvió de "negro", como López Pinillos, cuando este se sumió en una crisis depresiva. Viajó por Francia, Italia, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos y fue corresponsal de guerra en Buenos Aires.

• De su visita a los campos de batalla surgió su obra Hermann encadenado (1917). En 1927 obtiene el Premio Nacional de Literatura. 1928 es elegido miembro de la Real Academia Española.

• En 1931, con José Ortega y Gasset y Gregorio Marañón, firma el manifiesto «Al servicio de la República», manifiesto antimonárquico que tuvo extraordinaria influencia sobre la opinión pública y valió a los tres el apelativo "Padres espirituales de la República". El Gobierno de la República le nombró director del Museo del Prado y en 1932, Embajador en Londres. Dimitió de su cargo en 1936 y al iniciarse la guerra civil se exilió a Francia.

• Cuando vivía en Buenos Aires fue nombrado Agregado Honorario de la Embajada de España. Diversos reveses familiares y sociales le sumieron en una aguda depresión. Cada vez más alejado de sus muertos, los libros, colaboraba cada vez menos en los periódicos, donde su firma ya no era requerida con el apremio de antaño. Sus libros en la España nacional no tenían libre circulación y los americanos estaban prohibidos.

• Cultivó todos los géneros y destacó en todos ellos menos en el teatro, pues aunque escribió una comedia y se publicó no llegó a las tablas.

• En dos ocasiones señala: “Creemos sinceramente que los únicos valores positivos en la literatura dramática española de nuestros días (nos referimos tan sólo a los autores en activo, a los que proveen de obras los escenarios) son don Benito Pérez Galdós, y en un grado más bajo de la jerarquía los señores Álvarez Quintero y don Carlos Arniches.

• Rechaza la obra de Benavente. Dice sobre él “el teatro no puede ser naturalista, hay que desterrar ese error”.

• En un comentario sobre “La Malquerida” dice: “la realidad artística es una realidad superior, imaginativa, de la cual participamos con las facultades más altas del espíritu, sin exigir el parangón con la realidad que haya podido servirle de modelo o de inspiración; antes al contrario, rehuimos ese parangón, que anularía la emoción estética y concluiría con la obra de arte, o la reduciría a un tedioso pasatiempo•."

• Los juicios contra la obra de Benavente, no son contra su persona, sino a una visión distinta de lo que el teatro debía ser.

• Pérez de Ayala, como espectador privilegiado del teatro español de su tiempo, quiso establecer un tratado general sobre el arte escénico, con el apoyo consecuente de las preceptivas clásicas de su gusto, así como un análisis del teatro español contemporáneo. Así, procuraba no sólo desentrañar lo que podría considerarse la esencia del arte dramático y cómo esta esencia podía estar, o no, presente en la dramaturgia nacional de su tiempo.

• El teatro tiene la obligación de mostrar al público los grandes y esenciales problemas del hombre, su personalidad. El artista, en esta situación, es un ser que desde su atalaya intelectual tiene la capacidad de representar la personalidad de su pueblo, y concretar en ella estos grandes problemas humanos.

• El arte dramático tiene una situación de preferencia entre las artes, por ser el más completo en cuanto que en su elaboración convergen otras artes y diversos factores humanos. Por ello es esencial conocer y potenciar sus convencionalismos, que es lo que Ayala llama la teatralidad.

• La elaboración artística del teatro continúa tras el acto de la escritura dramática, pues continúa con la participación de otros artistas, hasta el propio espectador, receptáculo de toda esta labor.

• El teatro español de su tiempo se caracteriza por un tipo de negatividad, pues los autores que aportan elementos positivos a la escena son claramente los menos, hasta el punto de que Pérez de Ayala establece la nómina completa, y esta se limita a cuatro nombres: Galdós, los Quintero, Arniches y Valle-Inclán. El resto es teatro donde triunfan las fórmulas de falso arte dramático, construido por un realismo ingenuo y superficial con el único fin de satisfacer a un vulgo ineducado, teatro personificado y ejemplarizado en Benavente.

• El teatro era para Ramón Pérez de Ayala, un drama de conciencia y un arte dramático popular, es decir, los arquetipos más genuinos de la expresión dramática.

• “A mí me sucede también que el teatro, en general, me aburre. Voy a un teatro, y se me figura que todo aquello carece, fundamentalmente, de seriedad.”

* "He analizado la dramática del señor Benavente, cuando era inexcusable analizarla, con el mayor miramiento y la consideración debida a la elevada jerarquía que ocupa y supremo renombre de que goza. La he analizado siempre por cotejo con lo que yo aprecio como arquetipos puros de la dramática: el drama de conciencia y el arte dramático popular. Del cotejo deduzco sinceramente que el concepto dramático del señor Benavente es falso. Su dramática, en mi dictamen sincero aunque quizás equivocado, no procede inmediatamente de la vida ni se enlaza directamente con la vida; es intelectual, literaria, teatro de teatro. Pero en esta categoría de la dramática meramente literaria, creo que el señor Benavente, por su talento, agudeza y cultura, se halla a muchos codos de altitud sobre los autores congéneres (por ejemplo, el señor Linares Rivas), y que sus obras no admiten parangón con las demás de especie idéntica."

http://www.archive.org/stream/lasmscarasensay00ayalgoog#page/n353/mode/2up 
Aphrax K.


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