El aniversario de la fundación de un periódico, debe celebrarse por cuantos sientan amor a la letra impresa. Bien hacen Vdes. señores redactores de IDEA NUEVA, en consagrar un número extraordinario al fausto día en que cumple un año esa publicación. Sí, la aparición de un periódico en una pequeña ciudad que carecía de prensa propia, es acontecimiento de mucha más trascendencia que la visita de un personaje o la fiesta onomástica de un cacique.
Desde hace algunos años, se acostumbra en España a hablar mal de la Prensa. Yo no me he sumado nunca a los maldicientes. Estoy plenamente convencido de que, en nuestra patria, es el periódico el único órgano serio de cultura popular. La Prensa contribuye a crear la vida ciudadana, es un reflejo, acaso el más fiel, de la conciencia colectiva. Sin la Prensa , dada la constitución de las modernas sociedades, nuestra vida languidecería en un privatismo torpe, inmoral, egoísta. La ignorancia de cuanto atañe al interés de todos, consecuencia inmediata de la falta de Prensa, disolvería pronto a las naciones en cabilas, las ciudades en tribus. Sólo los partidarios más o menos conscientes, más o menos embozados, de un retroceso a la barbarie pueden ser enemigos del periódico.
En los pueblos donde más abundan los centros de enseñanza, las bibliotecas públicas y circulantes, donde los libros se venden por millares, es decir, en aquellos pueblos donde el periódico, la hoja diaria y volante, cumple una misión secundaria desde el punto de vista cultural, es, no obstante, amado y respetado el periódico. En nuestra España donde nadie lee un libro, donde las instituciones decentes distan mucho de ser focos de potente irradiación espiritual, no faltan malsines de la prensa periódica, gentes que reciban toda nueva publicación de esta índole como a huésped importuno, como a intruso fisgoneador que viene a fiscalizar, a molestar, a sacar, tal vez, a la luz de la calle, los trapos sucios de la casa. Ni falta quien invoque la alta cultura, la instrucción superior, para desdeñar la modesta labor del periodista. Es esta una forma vanidosa que adoptan los espíritus beocios para disfrazar su odio a la letra de molde. Los hombres consagrados a los estudios más hondos y a las más graves disciplinas del saber son, por lo regular, grandes lectores de periódicos, no desdeñan la hoja volante que recoge la palpitación del día. Pero abundan los fariseos de la cultura que se jactan de no leer periódicos, dándonos a entender que, consagrados a la ciencia, no tienen lugar para lecturas superfluas. Desconfiad de ellos; suelen ser hombres a quienes estorba lo negro. El peor de los analfabetismos, no es ciertamente, el del siervo de la gleba, encorvado sobre el terruño de sol a sol para ganar el sustento; hay un analfabetismo con birrete y borlas de doctor infinitamente más lamentable.
Admiremos la gran Prensa, esos portentosos rotativos que nos aportan diariamente noticias de todos los rincones del planeta, pero amemos también y respetemos a estos modestos periódicos provincianos que cumplen humildemente y, a veces, a costa de grandes sacrificios, una misión santa: la de velar por los intereses comunes a cuantos vivimos, apartados de las grandes urbes, por estos rincones de la patria española.
En esta bella ciudad, entre moruna y manchega, en cuyas piedras venerables se lee un pasado glorioso, en esta noble Baeza, de vieja tradición intelectual, hacía falta un periódico, y Vdes., mis queridos amigos, han sabido crearlo.
Mi más cordial enhorabuena en este aniversario y, con ella, la expresión de mi gratitud y de mi simpatía.
Antonio Machado
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